Hoy en la frutería una vieja tuvo el tupé de entrar con su perrito de mierda. El perrito me perseguía, me holisqueaba como un poseso y me ladraba como un histérico de mierda. Canté una canción para mis adentros (sic) mientras respiraba hondo y me concentraba en ignorarlo. Pero nada dio resultado. Asi que tuve que tirarle dos pomelos en la cabeza y dejarlo semi desmayado. La verdad es que fue muy placentero. Sobre todo cuando la vieja lo encontró ahi tirado y dijo: "mira, el muy haragán ya se echó a hacer la siesta".
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