Cuando estoy en la camilla mientras me depilan paso por todos los estados ciclotímicos posibles: amo a la mina por dejarme lampiña, la odio porque es una hija de puta que me hace sufrir, la admiro porque yo sería incapaz de sacarle los pelos a una desconocida, la detesto porque es una asquerosa de mierda que se dedica a arrancarle pelos a gente que no conoce, me odio por ser mujer y sobre todo por ser una mujer occidental presa de los prejuicios del pelo al viento, me amo porque me siento la más hermosa y sexy cuando salgo de ahi, rezo para que no encuentre la pinzita de depilar con la que me inflinge más tortura, me cago en dios por haberme condenado a esto de por vida, deseo ser punk rocker y dejarme las chapas, deseo ser burguesa para pagarme la depilación laser definitiva y finalmente acepto que después de todo no es taaan grave y me preparo a disfrutar de los maravillosos días sin pelambre y a deprimirme porque falta menos para la próxima vez.
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