Otro de mis compañeros coreanos se llamaba Mario Kan. En realidad era un coreano brasilero porque había nacido en Río. Como un año después de que dejó la escuela aparecieron los padres muy preocupados diciendo que hacía como tres días que se había ido de la casa y que si alguno de nosotros sabíamos algo. A los pocos días nos enteramos que se había ido a Mar del Plata a jugar a unos fichines que le gustaban mucho y cuando se le acabó la plata llamó para que lo vayan a buscar. Pasión por una máquina, que le dicen...
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